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Horacio Montanaro, el sargento que prestaba servicios en el área de Informaciones de la Unidad Regional VIII y que los pesquisas antinarcóticos vinculan a la desarticulada banda de “Los venaditos”, se presentó el mediodía de ayer en los Tribunales federales de Rosario y quedó imputado de ser parte del grupo que hegemonizaba la comercialización de estupefacientes en el departamento General López. Aunque no trascendió oficialmente que el suboficial haya declarado, sí se supo que llegó solo al edificio de Oroño al 900, donde asistido por un defensor oficial se le tomó declaración y luego fue trasladado a la alcaidía de Melincué. Además, desde la Secretaría de Delitos Complejos del Ministerio de Seguridad se confirmó anoche que el oficial fue pasado a disponibilidad.
En tanto el juez federal Carlos Vera Barros, a cargo de la causa, emitió ayer la orden de captura para otros seis integrantes del grupo delictivo que no pudieron ser localizados el martes de la semana pasada, cuando efectivos de la ex Drogas Peligrosas y la Tropa de Operaciones Especiales realizaron una saga de allanamientos que puso fin a 13 meses de pesquisa.
Secuestro y roles
Aquel martes 5 de agosto, al mando del comisario Alejandro Druetta, jefe de la Brigada Operativa VIII de la Dirección de Control y Prevención de Adicciones, se realizaron 23 allanamientos en el sur santafesino y el norte bonaerense en los que hubo otros tantos detenidos y se secuestraron 5,882 kilos de cocaína, 1,795 kilo de marihuana, 7 balanzas de precisión, 287 mil pesos en efectivo, 9 armas de fuego de distintos calibres, dos granadas EA-M5, tres autos, 68 celulares, dos PC y una tablet.
Los principales detenidos en esa jornada fueron el proveedor de la banda, identificado como Miguel Angel Witerpon o El viejo Miguel, quien residía en el partido bonaerense de San Isidro y antes de vincularse al narcotráfico fue pirata del asfalto y ladrón de bancos; y Franco Ismael Arias, conocido como El venadito y afincado en Venado Tuerto.
Los investigadores dijeron que Witerpon entregaba a la banda unos 10 kilos de cocaína semanales que eran estirados con sustancias químicas hasta seis veces y que puestos en la calle se cobraba entre 80 y 120 pesos el gramo, lo que les permitía recaudar semanalmente unos 6 millones de pesos de promedio.
De El venadito, dijeron los pesquisas, dependía una segunda línea de distribuidores compuesta por siete personas de confianza del líder, que a su vez tenían vendedores barriales o deliverys que operaban en motos, autos y hasta en un remís tanto en Venado Tuerto como en Firmat y otras localidades del departamento General López.
Teléfono pinchado
La pesquisa demandó 13 meses de escuchas, seguimientos y filmaciones. Uno de los teléfonos interceptados fue el del comisario Horacio Montanaro, a cuya casa de la localidad de Elortondo llegaron el martes de la semana pasada los policías buscándolo ya que tenían pruebas de sus vínculos con la banda.
El uniformado se desempeñaba en el área de Informaciones de la Unidad Regional VIII y ayer se presentó ante el juez Carlos Vera Barros. “Este policía es consumidor y vendedor de baja escala, pero a la vez era informante de la banda. No se lo puede considerar parte activa del grupo pero tiene contactos con muchos de sus miembros y éstos lo usan para obtener información a cambio de droga”, aseguró una fuente a La Capital en una nota publicada en la edición del último domingo con el organigrama del grupo delictivo. Asimismo, el vocero dijo que “las escuchas son elocuentes en cuanto al vínculo del sargento con la banda”.
Montanaro “es judoka y fue instructor de la policía”, confió ayer un colega venadense que lo conoce de la época en la cual el sargento estuvo al mando de una parte importante de la investigación por el crimen de Alba Digiuni, la esposa del juez de Circuito Alberto Frinchaboy asesinada a puñaladas el 19 de marzo de 2007 mientras cuidaba al hijo de una sobrina en una vivienda del centro de Venado Tuerto. Por ese hecho estuvo preso un karateka luego sobreseído.
Fuente: La Capital
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